Cuando Azara se marchó de la región, le confió a Cerviño sus manuscritos, cartas geográficas y otros documentos científicos.
Desde su cátedra, se convirtió en el primer y más ferviente impulsor de la Marina Mercante, que lo reconoce como su propulsor.
Su casa era sede de tertulias literarias a las que asistían, entre otros, el deán Funes, Belgrano, Juan José Castelli, Luis José Chorroarín, y otros representantes de la naciente cultura argentina.
Colaboró con Francisco Cabello y Mesa en el primer periódico de Buenos Aires, el Telégrafo Mercantil.
Cuando éste fue cerrado, logró editar, junto con Hipólito Vieytes, el Semanario de Agricultura.
Levantado el pueblo español contra la invasión de Napoleón, en 1808 comenzaron a formarse juntas que gobernaban en nombre del monarca cautivo.
Para el Bicentenario Argentino, el Tercio de Gallegos, propuso a Cerviño como el personaje gallego símbolo del compromiso con la Argentina, proponiendo diversas actividades divulgativas de su vida y obra.