Mucha gente iba y venía, ya que Cartagena era una activa ciudad portuaria.
Toda su ropa era nueva y cara, mucho más allá de expectativas para una mujer esclava.
Paula y todas sus compañeras y clientas hablaban regularmente de sus prácticas mágicas como intentos de lograr el "buen amor", aunque los inquisidores describieron las relaciones que las mujeres ansiaban como "amistades deshonestas".
Estas mujeres practicaban la adivinación en un esfuerzo por conocer amantes potenciales que podrían darles regalos o aliviar sus preocupaciones financieras, aunque fuera temporalmente.
Paula enseñaría a sus compañeras encantamientos que podrían reavivar las "llamas del amor" en un amante descontento.
También sabría cómo hacer pociones que "eliminarían el amor de un hombre", cuando ya no era deseado.
En ese momento, sin embargo, ella ya contaba con amigos y conexiones dentro del área local.
Esta lista contenía a 21 mujeres que más tarde fueron arrestadas por brujería por dicho testimonio en este juicio.
De Eguiluz dijo lo que querían los inquisidores, pero también incluyó su experiencia con hierbas, recetas y curación.
Cinco mujeres dijeron que confesaron haber participado en brujería porque De Eguiluz las convenció.
Enfatizó sus trabajos como sanadora, e incluso se hizo llamar curandera en esta última ocasión.
Sin embargo, e incluso con todo su dinero, decidió que De Eguiluz intentara curar su enfermedad.