Paul-Émile Botta

Quedó huérfano de madre desde pequeño, hecho al que algunos atribuyen su marcada timidez hacia las mujeres.[2]​ Formó parte, como cirujano y naturalista, de la tripulación del barco Héros que, capitaneado por Auguste Duhaut-Cilly, pretendía dar la vuelta al mundo.[4]​ Desde su cargo en la ciudad santa contribuyó —junto al lazarista E. Boré y al nuevo patriarca latino (instituido por Pío IX), monseñor G. Valerga— a elaborar un belicoso plan para reconquistar lo que estos consideraban «derechos injustamente perdidos» de los católicos.[2]​ Tras pasar por Constantinopla en misión diplomática y ejercer también como cónsul francés en Trípoli durante trece años, se retiró en soledad a la localidad de Achères en 1869.Entonces el gobierno francés financió dichas excavaciones, y Botta publicó la obra "Monumentos de Nínive".Khorsabad se transformó en capital del imperio asirio durante el reinado de Sargón II, y fue abandonada por su sucesor en el 705 a. C., despoblándose paulatinamente, y convirtiéndose en un importante resto arqueológico, del cual Botta recuperó importantes piezas de arte asirio que fueron enviadas al Louvre en 1846.Tanto las piezas, como la obra de Botta causaron un gran éxito en Europa, y el redescubrimiento del arte asirio.