A bordo del rompehielos General San Martín llegó a la Antártida la dotación de la Fuerza Aérea 1968/69 (Invernada 1969) que iban con destino a la Estación Aeronaval Petrel y a la Base Aérea Teniente Benjamín Matienzo; también iba en ese viaje un helicóptero Bell UH-1 tripulado por el primer teniente Enrique Pessana y el teniente Ricardo Ciaschini, quienes el 25 de noviembre de 1968 llegaron a la isla acompañados por el vicecomodoro Mario Luis Olezza, el teniente Julio Alberto Domínguez, el ayudante geólogo y mecánico de suelo Héctor Luis Ponte y el geoglaciólogo René Edgar Dalinger.
Una vez en el terreno recogieron muestras del suelo y realizaron mediciones.
Con todos estos datos se concluyó que el sitio era el adecuado para construir una pista.
En el invierno de 1969 la patrulla Soberanía llegó a la isla en el avión monomotor DHC-2 Beaver (con esquíes), con un equipamiento básico consistente en elementos de supervivencia, medicamentos, comestibles, carpas, un grupo electrógeno y herramientas manuales; el grupo se instaló en dos campamentos: el «Alfa» en la bahía, al mando del teniente Francisco Florencio Mensi, y el «Beta», al mando del teniente Mario Víctor Licciardello, en la meseta donde iban a construir la pista.
Desde la base Matienzo llega el avión Douglas C-47, matrícula TA-05, que aterriza con tren de aterrizaje convencional, para luego continuar con destino a Río Gallegos.
Este mismo avión fue el que en diciembre de 1973 llevó a cabo el primer vuelo transantártico tricontinental, uniendo los continentes Antártico, América del Sur y Oceanía, con el itinerario Río Gallegos, base Marambio, sobrevuelo por el Polo Sur, Australia, sobrevuelo por la base Marambio, Río Gallegos.