Tan pronto como llegó a un elegante apartamento en Spring Garden, puerta con puerta con el Museo Cox, curiosos de todo tipo acudieron a verlo, siendo conscientes de que un prodigio como este nunca antes había aparecido entre nosotros (...)".
Se cambió el apellido a O'Brien, simulando ser descendiente del antiguo y legendario rey de Irlanda.
En cuanto se publicó la última voluntad, un periódico afirmó que los cirujanos estaban dispuestos a contratar buzos para recuperar el cuerpo.
Su colección se hizo tan grande que, en 1783, ya rico, famoso y respetado, compró una casa en Leicester Square dónde instaló el Hunterian Museum and Art Gallery, un monumento al cuerpo humano y el reino animal.
Se interesó en los "monstruos" no como una curiosidad, sino como una parte más del esquema de la vida.
Debe tenerse en cuenta que los cirujanos ingleses del siglo XVIII no mostraban reparos en robar cadáveres.
El suministro legal se limitaba a los ahorcados pero, aunque las ejecuciones eran numerosas, en absoluto cubrían las necesidades de las cada vez más numerosas escuelas médicas, floreciendo un lucrativo y macabro negocio porque los médicos no dudaban en pagar a gente de la peor calaña para robar cuerpos.
Patrick Cotter nació en Kinsale (condado de Cork, Irlanda) en 1760 y a los 18 años fue descubierto mientras trabajaba como albañil por un hombre de negocios que le ofreció llevarlo a Bristol para exhibirlo, prometiéndole 50 libras al año durante tres años.
Pero Cotter, al ver los enormes beneficios que el negocio reportaba, le exigió una parte.
Aunque circulaban rumores de que sus esfuerzos fueron en vano, durante unas reformas en 1906 los obreros encontraron intacto el inmenso féretro.