Cayó en desuso al concederse la ciudadanía romana a las aminoras gentes, personas de otras ciudades o pertenecientes a la misma ciudad pero que no eran patricios.
En época del Bajo imperio romano, el término patricio se recuperó en forma de título vitalicio y no hereditario —patricius— que se otorgaba a algunas personas de alto rango, civil o militar, y que daba privilegios añadidos a los que tenía el común de la ciudadanía.
[2] En los últimos años del Imperio, se le concedía este título también a los bárbaros.
Uno de ellos, el rey burgundio Gundahario lo recibió del emperador Honorio.
[3] Probablemente pasó a convertirse en nombre propio antes de la Edad Media,[4] tanto para hombres como para mujeres (Patricia).