Desde los comienzos de la Antigua Roma hasta el siglo II a. C. era la clase social privilegiada (patricii) ya que estaba compuesta por las familias descendientes de los ciudadanos romanos originales.
Cayó en desuso al concederse la ciudadanía romana a las aminoras gentes, personas de otras ciudades o pertenecientes a la misma ciudad pero que no eran patricios.
En época del Bajo imperio romano, el término patricio se recuperó en forma de título vitalicio y no hereditario —patricius— que se otorgaba a algunas personas de alto rango, civil o militar, y que daba privilegios añadidos a los que tenía el común de la ciudadanía.
[1] En los últimos años del Imperio, se le concedía este título también a los bárbaros.
[2] Probablemente pasó a convertirse en nombre propio antes de la Edad Media,[3] tanto para hombres (Patricio) como para mujeres.