Una partitura es un documento manuscrito o impreso que representa e indica cómo debe interpretarse una composición musical, mediante un lenguaje propio formado por signos musicales y el llamado sistema de notación.[1][2][3] Como sus análogos los libros, los folletos, etc., el medio de la partitura generalmente es el papel o, en épocas anteriores, el pergamino.Aunque el acceso a la notación musical en los últimos años incluye también la presentación en pantallas de ordenador.Esta se desglosa en particellas o partes: nombre dado a cada uno de esos desgloses o particiones instrumentales que tienen los intérpretes de los diferentes instrumentos, las cuales pueden incluir cada una dos o más instrumentos similares, como un piccolo y una flauta, un oboe y un corno inglés, etc., y ser ejecutadas por un mismo intérprete.[2][3] La partitura se puede utilizar como un registro, una guía o un medio para interpretar una pieza de música.Una habilidad aún más refinada es la capacidad de mirar una pieza musical desconocida y escuchar la mayoría o la totalidad de los sonidos (melodías, armonías, timbres, etc.) mentalmente sin tener que tocar la pieza.Con la excepción de las interpretaciones en solitario, donde se espera la memorización, los músicos clásicos suelen tener la partitura a mano cuando tocan.La música manuscrita o impresa es menos importante en otras tradiciones de práctica musical.Por ejemplo, los volúmenes de música popular magiar y rumana escritos por Béla Bartók.[3] Para ampliar información sobre los elementos que pueden aparecer en una partitura véase el artículo dedicado a los signos musicales.Antes del siglo XV| la música occidental era escrita a mano y conservada en manuscritos, normalmente recopilados en grandes volúmenes.Este caso es similar al espacio que se deja a la izquierda en otros incunables para las letras mayúsculas.Más adelante las líneas del pentagrama fueron impresas, pero todavía los escribas añadían en el resto de la música a mano.En la música vocal el texto debe estar alineado de forma adecuada con las notas, aunque en aquella época esta cuestión no era una prioridad, ni siquiera en los manuscritos.Pierre Attaignant llevó esta técnica a ser utilizada ampliamente en 1528 y se mantuvo durante 200 años con pocos cambios.Las partituras de piezas a varias voces rara vez se imprimían en el Renacimiento.Asimismo, tuvo el efecto adicional de proporcionar a los músicos aficionados, al menos aquellos que podían permitirse el lujo, los medios suficientes para interpretar.En muchos lugares, el derecho de imprimir la música era concedido por el monarca y solo a aquellos con una dispensa especial se les permitía hacerlo.El grupo de editores y compositores asentados en Nueva York que dominaban la industria se conoce como "Tin Pan Alley".Pero a comienzos del siglo XX el fonógrafo y la música grabada crecieron enormemente en importancia.[5][6] A finales del siglo XX y en el siglo XXI se ha desarrollado un gran interés por la representación de las partituras en un formato legible para ordenador (ver software de notación musical), así como archivos descargables.El usuario podía «agarrar» una nota o signo de una paleta y «arrastrarlo» en el lugar pertinente del pentagrama.