El PNR llenó un vacío en la escena política y, como muchas otros partidos austro-húngaros de carácter nacionalista, centró sus exigencias máximas en la búsqueda de un marco administrativo nuevo para el Imperio.
Sin embargo, muchos dirigentes del partido, incluyendo a Iuliu Maniu y Alexandru Vaida-Voevod, apoyaron la solución federalista favorecida por el heredero del Imperios, el archiduque Francisco Fernando, hasta su asesinato en Sarajevo en 1914 (véase: Estados Unidos de la Gran Austria).
En el otoño de 1914 el primer ministro húngaro Esteban Tisza retomó las negociaciones con los dirigentes rumanos, principalmente con los eclesiásticos, más moderados, ofreciendo concesiones en cultura y educación para lograr su respaldo.
Se hubo de enfrentar, sin embargo, con nuevos movimientos populistas que le acusaron de ser el partido responsable del caos que comenzó con las primeras derrotas en la guerra (véase Rumania durante la Primera Guerra Mundial).
En 1925, tras un fallido intento del rey Fernando de unir el PNR y el PNL, el primero aumentó sus miembros al unirse al grupo nacionalista independiente del historiador Nicolae Iorga (sucesor del Partido Nacionalista Democrático, que se había destacado por sus actividades a favor de la Entente al comienzo de la guerra mundial).
Esta breve unión hizo que Iorga se convirtiese en presidente honorario del partido.
Ese mismo año, el partido también absorbió al grupo dirigido por Constantin Argetoianu, surgido del Partido Popular, a pesar de las pasadas rivalidades entre este político y el PNR.
Se unieron a él también varias agrupaciones menores herederas del Partido Conservador.
La enfermedad terminal del rey hizo que Maniu comenzase conversaciones ilegales para el regreso y ascenso al trono del príncipe Carol (que había sido excluido de la sucesión).