[2] Su edificio principal se halla en fase de rehabilitación para reabrir como museo en 2023.La entrada es gratuita, pero al tratarse de un jardín histórico, abre al público solo los fines de semana y festivos y el aforo está limitado; además no se puede acceder con comida o bebida, ni tampoco con bicicletas, balones o patinetes.En 1783 la duquesa compró un terreno al conde de Priego que contenía «una huerta y una casa».Además, se realizó una ampliación del edificio principal, que quedó convertido ya en palacio.Cuando Pedro murió sin descendencia en 1844, el Capricho pasó a su hermano, Mariano Téllez-Girón,[4] quien lo mantuvo y celebró allí fiestas para la alta sociedad, incluida una en 1863 celebrada en honor de la reina Isabel II.El proyecto inicial se debe a Pablo Boutelou, hijo de Esteban Boutelou que ya había participado junto a su padre en dos jardines reales: el Campo del Moro y la Granja de San Ildefonso, aunque al final tuvo que abandonar el trabajo para volver al servicio de los reyes.La duquesa entonces contrató a Jean-Baptiste Mulot y Pierre Provost con la condición de no realizar ningún otro trabajo en España.[8] Sin embargo, la mayor parte se diseñó como un jardín inglés, caracterizado por un estilo más libre y natural en el que la vegetación no quedaba costreñida a la rígida formalidad de los jardines barrocos franceses.Elementos más clásicos como templetes, columnas y estatuas con representaciones de seres mitológicos complementaban el paisaje.Artistas y escultores recrearon obras de la antigüedad clásica para ornamentar el palacio y el jardín, como el escultor italiano José Pagniucci o el español Juan Adán, autor de la Venus del Abejero.Las fuentes son otros de los elementos que adornan las plazas y los rincones del parque.En tiempos de la duquesa estaba situaba, junto a su pareja, en los patios interiores del palacio.