Parentesco lingüístico

Por ejemplo las lenguas romances guardan un parentesco filogenético entre sí porque todas ellas derivan del latín que es su antecesor común.

En ocasiones se han usado los parecidos tipológicos para relacionar lenguas, pero es bien sabido que por sí mismo el parecido tipológico no indica relación filogenética, ya que las lenguas en contacto suelen converger ocasionalmente en sus rasgos tipológicos, aunque más difícilmente muestran correspondencias fonéticas regulares o morfemas ligados comunes.

E incluso en ocasiones lenguas genéticamente relacionadas evolucionan a configuraciones tipológicas muy diferentes, aun cuando el parentesco sigue siendo rastreable en el léxico.

Esto puede suceder porque las lenguas emparentadas se hayan extendido por un área muy grande en un proceso que se remonte a varios milenios atrás, de tal manera que la evolución lingüística azarosa haga difícil reconocer el parentesco ya que en general el efecto acumulado del cambio lingüístico es de tipo divergente, haciendo cada vez más disimilares las lenguas.

Sin embargo, el ancestro común a la mayoría de familias no es conocido directamente, ya que los ancestros comunes de las lenguas actuales se remonta a siglos o milenios atrás.

Para ello es necesario compilar una lista amplia de palabras con el mismo significado o parecido, cuya forma fonética sea también similar, a esto se le llama lista de cognados (cuando se prueba que efectivamente están relacionados y el azar puede descartarse como explicación de las similitudes).