El papel de fumar tiene un extremo engomado, con un gramaje que oscila entre 12 y 25 g/m² en función de su composición, marcas y usos.
Por su finura, el papel de fumar se puede utilizar en un máquina herramienta, para ayudar al operador cuando tiene que tarar la herramienta (con la superficie de trabajo).
Gracias a los fabricantes españoles se extendió por Europa y América.
La mayoría de las fábricas de papel a finales del siglo XIX se concentraba en la Comunidad Valenciana y Cataluña.
El papel de fumar fabricado contiene aditivos que se utilizan para controlar la combustión del cigarrillo.