La importancia que en su día tuvo la villa de Curiel, tiene su reflejo en la existencia en el tiempo de dos castillos, uno el castillo del llano y, otro, el castillo que se conserva sobre un elevado promontorio, el Castillo de Curiel de Duero.Martínez Alcubilla lo describe del siguiente modo: Por encima de estas puertas y á la altura de 35 píes, hay un saliente en la fachada con seis huecos y unas saeteras que dominan la puerta de entrada, los cuales servían para defensa arrojando agua hirviendo y aplastar con piedras u otros cuerpos extraños á los enemigos que se aproximasen.El nombre de este lienzo saliente, parece ser el de barbacana, según los modernos; pero creemos no sea ese y si otro más propio y más adecuado á la fortificación y á la época.En la segunda década del siglo XX sufrió un irreversible deterioro al haber sido expoliado de todo aquello que pudiera tener valor económico, como yeserías y artesonados, de forma que partes del mismo pueden ser vistos en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, en el que se conservan partes de la decoración, en una finca particular de Torrelodones, donde se montó el patio del castillo, en el Alcázar de Segovia, donde se instaló un artesonado, más otro que se localiza en California (Estados Unidos).[5] De su sobria planta rectangular, con grandes torreones en las esquinas y patio central porticado, tan sólo se conserva en la actualidad la fachada flanqueada por dos torreones.