[3] A la primitiva edificación, muy probablemente, según García Ruiz, se le añadió poco después la casa-algorfa o casilla-soberado que cruza la calle de los Mártires, que también había correspondido a otro propietario.
[4] Al extinguirse la familia por no tener descendientes, el edificio permaneció sin habitar hasta el siglo XIX, siendo ocupado por Avelino España, procedente de Yanguas (Soria), cuya familia fue propietaria del mismo hasta los años 40 del pasado siglo, siendo vendida a Trinidad Romero en dichos años, que pondrá una tienda de tejidos.
[5] Tiene adosada una algorfa sobre la calle de los Mártires y cuenta en su extremo noroeste con un pequeño torreón.
Originariamente poseía una portada renacentista de piedra arenisca labrada, que fue destruida en los años 50, permaneciendo únicamente el escudo familiar del siglo XVIII, y se revistió la fachada principal con un terrible “gresite” azul.
Además, en esta terrible intervención, se derribaron los muros, convirtiéndolo en un espacio diáfano, se ocultaron o desmontaron las columnas, desapareciendo el patio central, que fue, cubierto con un forjado que no permitía el paso de la luz.
La portada renacentista en la que se sitúa un gran portón de acero corten, enmarca la entrada al palacio.
También se ha recuperado el pequeño torreón, cuya fachada había permanecido oculta más de un siglo, así como la algorfa, elemento singular inscrito en la construcción medieval.
A los paños inclinados de la armadura soportados por los pares se les denomina faldones.