La obra de Șerban Cantacuzino fue continuada por el príncipe Constantin Brâncoveanu, quien a menudo reposaba en el monasterio.
En 1862 el príncipe Alejandro Juan Cuza decidió convertir el monasterio de Cotroceni en residencia estival.
[2] Tras resultar dañado en un terremoto producido en 1977, se vio sometido a unas labores de restauración que duraron aproximadamente diez años y fueron dirigidas por el arquitecto Nicolae Vlădescu.
Durante las jornadas de puertas abiertas el palacio presidencial se abre a las visitas del público.
[4] Desde el año 1991 la parte antigua del palacio se abrió al público, convirtiéndose en el Museo Cotroceni.