No debe ser confundido con el mucho más famoso palacio de Catalina en Tsárskoye Seló, a las afueras de San Petersburgo.
La residencia también se conoce como palacio de Golovín, por su primer propietario, el conde Fiódor Golovín, el primer canciller del Imperio ruso.
Después de su muerte, la emperatriz Ana encargó a Francesco Bartolomeo Rastrelli sustituir el palacio Golovín con una residencia barroca conocida como Annenhof.
Catalina II, quien encontró los dos edificios antiguos y deteriorados, ordenó su demolición en la década de 1760.
Lo poco que quedaba del parque, fue destruido en gran parte por el tornado en 1904.