Los latinos fueron la segunda etnia más importante del país, sólo por debajo de los afroamericanos.
Un gran ejemplo de ello es su habla, denominada como “espanglish”, ya que usaban palabras en inglés, en español y algunas creadas por ellos mismos.
[3][6][7] Aún se pueden encontrar algunas de sus palabras en la vida diaria mexicana, como el verbo “Wachar” que tiene origen en “Watch”.
Portaban trajes holgados y con colores diversos; sacos con robustas hombreras y solapas grandes; sombreros de fieltro con alas anchas y adornados con una pluma; corbatas coloridas; algunos usaban un corte de cola de pato; sus pantalones eran grandes, pero con un dobladillo en el tobillo; algunos contaban con un reloj de bolsillo con una cadena muy vistosa; Sus zapatos eran pesados con grandes suelas y cuentan con dos colores que combinan con toda la vestimenta.
Cabe mencionar que los pachucos no son los únicos en usar estas prendas, ya que algunas pandillas afros, como los “Hep-Cats”, y cuadrillas japonesas Nissei, comparten la mayor parte de los códigos de vestimenta.
Esos abusos fueron excusados con una magnificación de la violencia vivida entre los grupos marginados juveniles, ya que fueron obligados a reunirse en sus propias áreas como el teatro Orpheum, el Million Dollar, el club All Nations y el Avalon, siendo un caldo de cultivo para conflictos.
Los medios de comunicación justificaron los actos con una supuesta predisposición violentas por su pasado latino.
Algunas pandillas evolucionan en cholos, los cuales se distribuyen en gran parte de la frontera.
Por ejemplo: tanto la palabra "Tuanis"[8] (muy bien) como la palabra "Brete" (trabajo), ambas de uso diario en Costa Rica, tenían su origen en este curioso código Malespín, que simplemente consiste en sustituir a por e/i por o/b por t/f por g/p por m, y viceversa.