Concebido como espacio representativo para albergar la recepción oficial presidida por el rey Alfonso XIII a las autoridades alemanas,[1] el edificio pretendía simbolizar el carácter progresista y democrático de la nueva República de Weimar y su recuperación tras la Primera Guerra Mundial.
[2] El pabellón fue desmantelado tras la exposición en 1930, y reconstruido posteriormente en la década de los 80 en su ubicación original, en Montjuic, donde permanece abierto al público.
Construido sin más función que la meramente representativa, el pabellón pretendía simbolizar los ideales de progreso y aperturismo del estado alemán tras la Primera Guerra Mundial.
En el discurso de inauguración, el comisario del Reich, Georg von Schnitzler, resumió: "Buscamos sobre todas las cosas claridad, simplicidad e integridad".
[1][2] La estructura metálica fue vendida allí mismo, y las piezas de mármol devueltas a Alemania.
[2] El Pabellón reconstruido está gestionado por una fundación que permite la visita turística y el alquiler del local para eventos privados, incluyendo la realización de varios anuncios publicitarios.
[5] Además de su emplazamiento apartado, también sorprende el modesto tamaño del edificio, incluso más pequeño que una vivienda unifamiliar.
[1] El diseño de las sillas, concebidas para dar asiento a los monarcas españoles durante la ceremonia, se inspiró en la sella curulis utilizada por los antiguos magistrados romanos, y contó con la colaboración de la diseñadora Lilly Reich.
[6] Este modelo de silla fue el primero en utilizar acero inoxidable en mobiliario para interiores.
Situada sobre una peana, la obra se encuentra en un estanque cuya superficie refleja la silueta de la escultura, lo que enfatiza el conjunto.
[4] La impresión total es la de un espacio lujoso creado mediante planos perpendiculares en las tres dimensiones.