[2] Fue este matrimonio con Adelaida decisivo para el destino de Saboya.
Así que la unión entre Otón y Adelaida fue particularmente fructífera: la extensión de sus dominios, habiendo estrechado las fuerzas, fue verdaderamente notable la dominación de todo el territorio, con el tamaño de un pequeño reino, aunque varios dominios pequeños se interponían —un marquesado, un ducado y más allá un condado— perteneciente a señores feudales menores.
Otón de Saboya murió joven (probablemente en 1057) y dejó a todos sus hijos, casi niños confiados a su esposa que tenía poco más de cuarenta años.
Hoy sus restos descansan en la catedral de San Juan Bautista, en Turín.
Rica y poderosa, tenía también una gran capacidad para gobernar.