Durante su exilio en Orán trabajó como profesor de español y además decoró cerámicas.
Desde 1962, el pintor dio un giro a su producción con nuevas series centradas sobre todo en la historia y la cultura clásica española, en cuadros informados de fantasmales figuras como se puede ver en "La Celestina".
[3] En su obra artística la guerra y el exilio ocuparon un lugar capital, dejando testimonio del sufrimiento humano.
En 1970, ilustra el libro “Once sonetos de Quevedo”, que se editará al año siguiente, en Suiza.
A lo largo de su carrera artística participó en una buena relación de exposiciones individuales (Orán ( Galería Colline 1942, 1945, 1947, 1950, 1953),[3] Argel, París, Suecia, Tokio, Múnich, Madrid (Galería Biosca, 1969),[3] Gijón, Oviedo, Sevilla...) y colectivas (Helsinki, Orán, Londres, París, Nueva York, Berlín, Ámsterdam, México, Florencia, Bruselas, Praga...).
Trató hacer otra donación a la pinacoteca de Gijón, pero al verse truncada, la donación fue realizada a Albacete, lugar en el que pasó parte de su infancia y juventud, y en la que se le nombró hijo adoptivo.
[2] También en la ciudad de Oviedo cuentan con una escultura urbana obra del autor, la llamada “Menina”, que fue donada a la ciudad en el año 2005 por el Grupo GONCESCO, empresa asturiana dedicada al sector inmobiliario y de la construcción.