Teniendo esto en cuenta, no es extraño que la oceanografía biológica se centre en los microorganismos del océano, en cómo les afecta su entorno y cómo afecta a las criaturas marinas más grandes y a su ecosistema.
Algunos acontecimientos notables más cercanos a nuestra época son la exploración oceánica del príncipe Enrique el Navegante en el siglo XIV.
En 1674, Robert Boyle investigó la relación entre salinidad, temperatura y presión en las profundidades del océano.
En 1820, Alexander Marcet observó la diferente composición química del agua de mar en los distintos océanos.
También llevaron el equipo necesario para recoger datos sobre las propiedades biológicas, químicas y geológicas del océano de forma sistemática.
Por estas razones, no podemos hacer suposiciones sobre la vida oceánica basándonos en lo que sabemos de los modelos terrestres y atmosféricos.
Esos modelos son aún más críticos cuando el medio ambiente mundial está cambiando a un ritmo sin precedentes.
Algunas de las principales cuestiones actuales y para el futuro es estudiar cómo afectará el cambio climático a la biota oceánica.