No obstante, los papas habían mantenido contactos con las cortes de Bizancio y otros estados europeos desde la antigüedad tardía.Durante el papado de León I (440-461), se creó la figura del apocrisiario papal que tenía poderes especiales para relacionarse con el emperador, los patriarcas, y más tarde también metropolitanos, obispos e incluso monasterios.Así, se les asignó un territorio delimitado, eran sufragados por la Iglesia donde estuvieran destinados y tenían poderes para intervenir en las instituciones eclesásticas de su área territorial.El papel de estos nuncios no solo se limitó a la relación diplomática o la cuestiones organizativas sino que también intervinieron en la relación con otras confesiones cristianas como el acercamiento a la Iglesia Ortodoxa o la lucha contra el Protestantismo durante la Reforma y Contrarreforma.La representación ante las cortes era temporalmente variable, y la muerte del pontifice podía suponer su cese en dicha plaza.Las áreas de influencia de las nunciaturas se fueron perfilando con el papa Gregorio VII en el siglo XI, aunque habría que esperar hasta el siglo XVI para que estas coincidieran con las fronteras nacionales y asociadas a una corte real como residencia fija.No obstante, ciertas nunciaturas se repartían los territorios, como fue el caso del nuncio de Bruselas que era el representante papal para los Países Bajos Españoles, Inglaterra, Irlanda, Escocia y Dinamarca.