Dicho decreto legislativo, expresa en su considerando VI: En idioma náhuat, la finca y el valle sobre la que fue edificada la ciudad, era conocida como Pulamil, literalmente 'platanar' (sembradío de plátanos).
Por lo que la población nahuablante, continuó llamando así a la localidad hasta tiempos actuales.
[12] El distrito tiene un área de 112,20 km², y la cabecera una altitud de 920 m s. n. m. Limita con los municipios presentados en el siguiente cuadro: Riegan el distrito los ríos: Chilama, Las Ventanas, El Púlpito, La Periquera, El Salto, El Sacazil, Siguatepeque, El Limón, Las Granadillas, San Isidro, Guarumal, Asuchío, y San Antonio.
Para el año 1786, dicha heredad ingresó al área del Partido de San Salvador.
En el año 1807, el intendente Antonio Gutiérrez y Ulloa también dejó sus impresiones del sitio: Ya en la época republicana de El Salvador, ocurrió un devastador terremoto que asoló la ciudad capital de San Salvador.
Ante la ruina de la localidad, se decidió trasladar la capital a la vecina Cojutepeque, situación que ya había sucedido en 1839 con otro movimiento telúrico.
[13] El día 24 por la mañana, se colocó la cruz en el lugar proyectado para construir la iglesia con la asistencia del Presidente San Martín.
[24] Ese mismo año, se consignó una descripción de la incipiente localidad en un informe municipal: En ese entonces, su población era estimada en 2003 habitantes, de los cuales «1063 correspondían al radio urbano y 940 al rural».
Allí también se estableció el presidente guatemalteco Rafael Carrera que apoyaba a los amotinados.
Se estaba reconstruyendo la pila de la Plaza Principal para darle más ensanche y mejor forma.
[29] El presidente fue avisado por medio del telégrafo y este hizo salir de la capital al general Carlos Molina con una fuerza.
Unos 40 implicados fueron hechos prisioneros; los grupos desbandados se esparcieron sobre las faldas del volcán de San Salvador y fueron perseguidos por el general Carlos Molina.
[29] Para 1890 contaba con 13715 habitantes, y de acuerdo al geógrafo Guillermo Dawson: Gracias al cultivo del café, en la ciudad, así como ocurría en Santa Ana, comenzaba a crearse una nueva clase de potentados en el país.
Entre los apellidos más relacionados con esa industria se encontraban los Dueñas, Regalado, Salaverría, o Guirola.
También la riqueza generada por dicha producción influenciaba la arquitectura de las casas particulares, y cambió el trazado tradicional de la época colonial española que consistía en una plaza central rodeada por catedral y alcaldía.
También cuenta con uno de los centros comerciales más reconocidos llamado Plaza Merliot, construido en 1995 y que reúne a distintos tipos de comercios, debido a la pandemia COVID-19, el centro comercial buscó digitalizarse y creó su tienda en línea https://www.laplazaonline.com.sv.
En Santa Tecla también se concentran las plantas farmacéuticas más importantes de El Salvador.
[47] Debido a su ubicación en el occidente del Área Metropolitana, Santa Tecla tiene un alto flujo vehicular de entrada y salida con respecto a la zona occidental del país, tanto de transporte público como privado.
[48] Por esta razón, entró en funciones el bulevar Monseñor Romero desde 2012, con el objetivo de desviar el tránsito que necesariamente atraviesa la ciudad con rumbo a la capital.
[60] La antigua estructura terminó derruida por los terremotos del 2001, y un nuevo edificio se erigió el 2008.
Algunas comunidades de alta incidencia delincuencial, han sido intervenidas en el marco del estado de excepción, capturando a delincuentes y cercando a las comunidades con retenes militares en las entradas, para controlar la incidencia delictiva.
La arquitectura de dichos inmuebles no es definida, ya que se encuentran diversos estilos, entre ellos: el colonial latinoamericano, ecléctico, neogótico, art noveau, o neobarroco.
Por otra parte, en algún tiempo Santa Tecla era conocida como «La ciudad de las colinas y los portales».
Sin embargo, su estructura domina el Paseo El Carmen, destino turístico de Santa Tecla.
[72][73] Surgió por iniciativa de la familia Guirola Duke en el año 1906, con el fin de «dar asilo a los niños y niñas huérfanos y también a aquellos que sufren maltrato físico, abuso sexual o extrema pobreza».
Ellos mismos tuvieron a su cargo la administración de la institución, hasta que en 1975 donaron las instalaciones al Estado salvadoreño.
Posteriormente iniciaron las gestiones para que la antigua Penitenciaría Municipal sirviese de asiento al museo, y el 2005 la Alcaldía traspasó el inmueble a la Asociación.
Precisamente, la biblioteca estaba localizada en su residencia, pero los terremotos del año 2001 acabaron dañando el inmueble, por lo que el material bibliográfico fue trasladado al Palacio Nacional en San Salvador.
Para el año 2007, el acervo bibliográfico era estimado en 100 000 ejemplares, pero la dificultad en la reconstrucción del asiento original ha impedido su funcionamiento.
En la actualidad es un importante centro recreativo de la ciudad que aloja diferentes actividades sociales, culturales y deportivas.