Cuenta la tradición que a finales del siglo XVI el hacendado o estanciero Giraldo González trabajaba en la zona del actual Hormigueros, recogiendo bejucos para hacer canastas.
En el cielo había aparecido la Madre de Jesús que haciendo un gesto con su mano izquierda ordenaba al toro bravío que se arrodillara.
Quince días duró la búsqueda y al cabo de ellos hallaron a la niña en buen estado de salud y alegre, con su ropa sana, igual que el día en que se perdió.
Una restauración en los años setenta del siglo XX oscureció la tez de la virgen a semejanza de la moreneta, siendo restaurada a su color original claro posteriormente.
[4] Cada 8 de septiembre, peregrinos de todo Puerto Rico llegan hasta la Basílica a venerar a la Santísima Virgen y celebrar la fiesta en su honor.