(…) La parte checoslovaca participó activamente en los resultados positivos generales de las negociaciones de Moscú, sus integrantes eran L. Svoboda, G. Husák, V. Biľak y otros políticos que ocupan una clara posición internacionalista.
[3][8] Una vez que hubo consolidado el poder, el régimen se movió rápidamente para implementar otras políticas de normalización.
[9] Finalmente, Husák estabilizó las relaciones de Checoslovaquia con sus aliados organizando frecuentes intercambios y visitas dentro del bloque y redirigiendo los lazos económicos exteriores de Checoslovaquia hacia una mayor participación con las naciones socialistas.
El método por el cual gobernó el KSČ bajo Husák se resumió comúnmente como "terror reacio".
El resultado fue un régimen que, si bien no representaba un retorno total al estalinismo, tampoco estaba lejos de ser liberal.
En marzo de 1987, Josef Korčák se retiró del Presidium y fue reemplazado por Ladislav Adamec.
A nivel nacional, el desempeño económico deficiente obstaculizó la capacidad del gobierno para producir los bienes necesarios para satisfacer las demandas de los consumidores.
La presión por el cambio político continuó por parte de activistas que representan, por ejemplo, a la Iglesia católica y al movimiento Carta 77.
Externamente, Checoslovaquia luchó por encontrar una respuesta adecuada a los cambios introducidos por el nuevo liderazgo en Moscú bajo Mijaíl Gorbachov.
Su resultado, sin embargo, fue un ambiente político que puso énfasis primordial en el mantenimiento de un liderazgo estable del partido y su estricto control sobre la población.
Las actitudes más comunes hacia la actividad política desde la invasión del Pacto de Varsovia en 1968 han sido la apatía, la pasividad y el escapismo.
Mientras se cumplieran estas demandas de los consumidores, la población en su mayor parte toleró el clima político estancado.
Según los informes, los hurtos menores y la destrucción sin sentido de la propiedad pública estaban generalizados.
[13] La presión por la conformidad aumenta intensamente y todos se ven obligados a "vender su alma" para mantenerse al día en las estructuras sociales.