Neptuno alegórico

La obra se adscribe en una larguísima tradición clásica que vincula las bondades de héroes o gobernantes con arcos triunfales y a un contexto alegórico específico.[3]​ Aunque se vincula al marqués solo con el dios del mar, su divinización abarca todos los reinos naturales.[4]​ Fue muy bien recibida en la sociedad novohispana, tanto por los virreyes entrantes como por buena parte del clero.[7]​ Poco después, sintiéndose con el apoyo de los virreyes, Sor Juana se permite despedirlo como confesor.Los virreyes quedaron tan satisfechos con la obra de Sor Juana que ese sería el comienzo de una larga y fructífera amistad, pues ambos se convertirán en sus mecenas.
Reconstrucción del Neptuno alegórico .
Retrato de Sor Juana, por Juan de Miranda ( circa 1680).