Tras el autogolpe del presidente peruano Alberto Fujimori de 1992, la lucha contra el terrorismo efectuada por el Gobierno Peruano se incrementó en intensidad y en resultados.
Como consecuencia, las organizaciones terroristas MRTA y Sendero Luminoso sufrieron graves pérdidas a manos de la policía peruana y militares.
En este contexto, Cerpa y los dirigentes del MRTA pensaron una acción para liberar a los miembros del MRTA que se encontraban condenados y encarcelados por sus acciones terroristas.
Todos los terroristas del MRTA murieron en la operación, al igual que uno de los rehenes y dos militares.
Años después, sus restos fueron exhumados y finalmente trasladados a otro cementerio.