Música criolla y afroperuana

[4]​ El uso del término «criollo» alude principalmente al perfil transformado y decantado de géneros importados que fueron reinterpretados en el Perú.

[5]​ En sí, el género fusionó estilos propios y extranjeros,[6]​ que englobó a cada momento histórico, desde la época virreinal hasta ahora.

Inicialmente fueron parte del entretenimiento en la Lima bajo la interpretación de citadinos quienes realizaron nuevas composiciones.

[12]​ Las casas Columbia Records y Victor Talking Machine se interesaron en producir las primeras grabaciones comerciales para presentarlos en los Estados Unidos.

Si bien había participación masculina, el periodista Eloy Jáuregui afirmó que en 1952 alrededor de 56 cantantes mujeres se dedicaban a componer e interpretar valses, boleros y pasillos en las principales radios limeñas.

[14]​ Surgieron figuras emblemáticas como Jesús Vásquez, Eloísa Angulo, Esther Granados, Alicia Lizárraga, Delia Vallejos y Teresa Velásquez.

Estas figuras fueron conocidas como «las seis grandes» y en 1987 fueron reconocidas por Alan García como referentes de la historia musical.

[15]​ Aparte del colectivo, surgieron otras personas emblemáticas en la historia como Eva Ayllón y Chabuca Granda.

[13]​ Para finales del siglo XX, los eventos musicales se realizaron en las denominadas «peñas», que tomaron lugar en los solares empobrecidos de Lima.

Esta danza costumbrista de pareja que se origina probablemente en la Costa Norte del Perú La Libertad.

También son muy vistosas las famosas "Dormilonas", artísticos pendientes (aretes) trabajados en filigrama, obra de los orfebres del pueblo.

Sin embargo, es Abelardo Gamarra, El Tunante, quien propone, luego de la guerra con Chile, un cambio en el nombre, ya que se le conocía también como «chilena».

Entre los primeros Festejos populares grabados estuvieron "Don Antonio Mina" y "Trai-Lai-Lai", por el conjunto Los Chalanes del Perú en 1946.

En 1956, se desarrolla un trabajo dirigido por José Durand Flórez, quien impulsó el espectáculo basado en las estampas de Pancho Fierro y que luego continuaron otras agrupaciones.

La cultura popular criolla y afroperuana reconoce en núcleos familiares importantes la posibilidad de su continuidad.

Este conjunto desarrolló un repertorio importante de canciones y danzas que fueron presentadas con singular suceso tanto en el Perú como en el extranjero.

Caitro Soto es recopilador de conocidas canciones como "A sacá camote con el pie", del género landó, los festejos: "Yo tengo dos papás", "Canto a Cañete", "Curruñao", "Ollita Noma", "Negrito de San Luis" y el alcatraz "Quema tú".

El cabello siempre está recogido y los zapatos tienen un taco pequeño El nacimiento del siglo XX encontró a Lima en medio de un arduo trajín musical.

[32]​ Años más tarde congregaría a su hermano Alejandro, su eterna segunda voz y guitarra.

Algo después, en la década de 1940 aparecen otros conjuntos criollos, estimulados por las grabaciones hechas en Chile y Argentina.

A mediados de la década surgió el dúo Los Morochucos formado por Augusto Ego Aguirre y Luis Sifuentes, que al fallecer Sifuentes, se convertiría a partir de 1947 en trío con Alejandro Cortez y Óscar Avilés.

Rómulo Varillas, impar primera voz del conjunto, quien tenía una gruesa cadena de oro en el tobillo, que lucía al poner el pie en una silla para sostener su guitarra.

La popularidad de estos grupos era aumentada, al ir mucho a la radio y grabar otros discos quincenalmente.

Eso lo probaron Los Dávalos en 1954, dos hermanos arequipeños que debutaron cantando "Melgar", el segundo himno de su tierra.

En esa etapa surge un trío sensacional que con el andar del tiempo llevó al estrellato internacional nuestra música.

Luego, en 1958 partieron a Estados Unidos llevando las composiciones de Chabuca Granda, Manuel Acosta Ojeda, Luis Abelardo Núñez, Amparo Baluarte, Lorenzo Humberto Sotomayor, César Miró, Javier Cisneros, Mario Cavagnaro y Felipe Pinglo.

Pocos después, en 1957, apareció el mejor dúo mixto que se recuerde el de Irma Céspedes y Oswaldo Campos.

[36]​ Las revistas La Lira Limeña y El Cancionero de Lima fueron las más influyentes del siglo XX.

Aunque en los años 1930 tuvo su época de oro,[38]​ Radio Nacional ganó fama por promover talentos del género décadas después.