En 1974 se convirtió en el Museo de la Revolución y en 2010 fue declarado Monumento Nacional.
En 1909 el general Ernesto Aubert, entonces gobernador de La Habana, decidió construir una nueva sede que acogiera al Gobierno Provincial.
El proyecto fue realizado por los arquitectos Rodolfo Maruri (cubano) y Paul Belau (belga), mientras que la fase constructiva fue asumida por la General Contracting Company.
El palacio fue decorado con obras pictóricas y esculturas de artistas cubanos como Armando García Menocal, Antonio Rodríguez Morey, Leopoldo Romañach, Esteban Valderrama, Juan Emilio Hernández Giró, Teodoro Ramos, Fernando Boada, Jilma Madera y Esteban Betancourt.
En 1917 la historia del inmueble tuvo un giro trascendente que marcó su destino posterior.
La planta baja sirvió para alojar a las dependencias que aseguraban las funciones principales, central telefónica, oficinas auxiliares, planta eléctrica y hasta la caballeriza, porque en el momento de la inauguración no estaba tan extendido el uso del automóvil en Cuba.
La primera planta acogió a los más importantes espacios del Palacio: despacho presidencial, Salón de los Espejos, capilla, Salón Dorado y el local donde radicó el Consejo de Ministros.
En la planta baja del edificio se dedica una sala a la Cuba contemporánea, su contenido abarca desde 1990 hasta la actualidad.
Los objetos aquí expuestos están vinculados fundamentalmente a la lucha guerrillera en la Sierra Maestra.
Fuera del edificio se encuentra el Memorial Granma, donde se encuentran situadas un grupo valioso de piezas históricas vinculadas a la guerra de liberación nacional y a las batallas posteriores del pueblo cubano en defensa de su soberanía, entre ellas, la más significativa, el yate Granma, en el viajaran a Cuba, desde el puerto mexicano de Tuxpan, los 82 expedicionarios cubanos que darían una vez más inicio a la lucha por la definitiva independencia nacional.