Cuando Néstor regresó a Gran Canaria en 1934, deseaba instalarse definitivamente en la isla.
Sin embargo, con el acaecer de su muerte, la idea nunca llegó a materializarse.
Años más tarde, en 1956, el espacio museístico abriría sus puertas al público a la obra de Néstor, con parte del fondo del artista donado por algunos miembros de su familia, patrimonio que posteriormente se ha venido enriqueciendo con donaciones particulares y adquisiciones.
El acceso se realiza desde la plaza del Pueblo Canario sorteando unos peldaños.
La sala de honor sirve para recibir a los visitantes y para comunicar mediante una escalera con la planta alta.
En esta sala se exponen las primeras obras del pintor, su colección de retratos y la pieza Epitalamio.
Las otras tres recogen las obras del artista en sus últimos años, como la del Poema de la Tierra, junto con los bocetos y estudios sobre flora canaria que estaba haciendo para esta obra, así como una colección de dibujos.