La muralla, junto con el casco antiguo y varias iglesias situadas extramuros fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985.
[1] Las murallas son el símbolo universal y monumento más destacado que acoge la ciudad de Ávila.
Las murallas son un factor activo muy importante en la conformación del urbanismo de la ciudad e históricamente han participado en la distribución del espacio urbano entre los diversos grupos sociales que han habitado Ávila.
[2] Es propiedad del Estado español y está gestionada por el Ayuntamiento de Ávila.
La muralla tiene un perímetro de 2515 metros, 2500 almenas, 87 cubos o torreones y 9 puertas.
Ambas están situadas en el lienzo este, sobre terreno llano, y por tratarse de la zona de más fácil acceso y por tanto más expuesta al ataque es la mejor fortificada del recinto.
La piedra es granito gris y negro, dependiendo del origen de la misma.
La puerta se conforma con dos grandes torreones unidos por un puente (elemento este singular y único entre las murallas europeas) que refuerza la defensa del acceso.
El cimorro posee un pasillo de ronda sobre un matacán corrido defendido por grandes almenas.
La tradición dice que fue desde este lugar en donde se mostró a Alfonso VII, cuando era niño, a su padrastro, Alfonso el Batallador rey de Aragón y que los abulenses no se fiaban de él.
El rey, molesto por la desconfianza mostrada, ordenó ejecutar a sesenta rehenes.
[4] Esta es la zona de la muralla donde destacan más los restos romanos embutidos en los muros.
Los lienzos son aquí más largos que en el resto de la construcción.
Para mitigar la pérdida defensiva que esto pudiera significar a mitad de cada lienzo se situaron matacanes.
Tan escasa duración de las obras no resulta, no obstante, creíble y numerosos investigadores han postulado diversas teorías sobre una edificación anterior, probablemente el trazado de un campamento militar romano, con el cual coincide en forma y proporciones; en cualquier caso, la muralla romana original tendría un perímetro inferior al actual, dado que la capital del centro y noroeste peninsular era León, con una muralla de 1780 m, y en consecuencia la de Ávila no sería mayor.
Años más tarde, en 1542 el señor de Villafranca, como revancha, abrió una nueva ventana en la que reza la leyenda Donde una puerta se cierra otra se abre y, sobre la puerta del Rastro, abrió un bonito mirador.
No fue hasta 1982 cuando se pudo dejar la muralla libre de casas adosadas.