Mujeres (novela de Bukowski)

Narra las andanzas y el camino de autoconocimiento que conducen al protagonista al verdadero amor, después de-en palabras del crítico Fulvio Stinchelli[1]​-una verdadera maratón sexual con incontables mujeres, la gran mayoría jóvenes; todo acompañado de un irreductible alcoholismo pródigo en borracheras que ponen al protagonista en situación desmedrada frente a sus amantes.

La novela está escrita en primera persona en un estilo claro y directo, describiéndose actos sexuales en forma bastante explícita.

Su nueva fama literaria le granjea la oportunidad de volver a relacionarse en el plano sexual con ellas: la mayoría jóvenes-solteras, separadas, drogadictas, prostitutas, excéntricas, desequilibradas, siendo un muestrario variopinto de personalidades, actividades, virtudes y defectos.

Chinaski, a través de casi toda la novela, no lucha por dominar a su tirano, si no que le da rienda suelta, ejerciéndolo sin trabas ni remordimientos; sólo al final, al encontrar a Sara, y reconocer en ella el verdadero amor, cambia de actitud y decide ponerle un freno.

En varias ocasiones hace un lamentable papel amatorio al mezclar la bebida con el sexo.

Sigue la maratón sexual: Chinaski conoce a una sucesión de mujeres- jóvenes algunas, más maduras otras-, pero Lidia se las espanta pronto, protagonizando violentos altercados.

Cecilia, la viuda de un escritor amigo recientemente fallecido, rechaza sus requerimientos, lo que hiere su ego de macho despechado, aflorando-aunque Chinaski no suela ser así-su ironía y su sarcasmo hacia ella.