Muerte mística

[5]​[6]​[7]​[8]​ Expresada en forma alegórica o explícita en la ascesis de las principales tradiciones religiosas del mundo, la muerte mística permitiría, al ser extinguido en forma gradual el propio yo, la plena manifestación de la verdadera y original naturaleza del ser, su intimidad infinita.

[23]​ El sendero que conduce a la extinción del sufrimiento en sí mismos, conlleva por tanto un adentrarse en sí mismo para reconocer, comprender y desechar, desde la pura atención, los velos mentales y emocionales que condicionan nuestra luminosa naturaleza original: La plenitud espiritual en el budismo adviene por quedar vacío del propio yo.

Este libro posteriormente será tomado por el doctor Timothy Leary para guiar la conciencia hacia la muerte mística durante la experiencia psicodélica en The Psychedelic Experience.

Por ello, la muerte mística es un proceso arduo y gradual,[37]​ en vida, conducente en primera instancia a hacerse con la propia alma –«con vuestra paciencia poseeréis vuestras almas» (Evangelio de Lucas 21:19)―, por medio de la continua muerte o purificación interior a la propia naturaleza errónea, al hombre viejo y que, más allá aún, posibilita acoger a Cristo dentro de sí: Pues solo por medio del Hijo se llega al Padre (Evangelio de Juan 14:6).

[40]​ Son abundantes los textos que dentro de la espiritualidad cristiana, inciden en la muerte mística.

[41]​ En la Filocalia, legado espiritual de la Iglesia ortodoxa,[37]​ los Padres del desierto animan a combatir, en lucha íntima e inmaterial, contra los espíritus impuros o enemigos invisibles interiores (Hesiquio de Batos) que oscurecen el alma en el interior del asceta, tales como la ira, la tristeza, la codicia, la acidia o pereza, la vanagloria y muy especialmente la soberbia (Casiano el Romano).

[44]​ Eckhart incide, así mismo, en sus Tratados y sermones, en "desasirse o anularse": O expresado en otro modo, despojarse, "quitar y expurgar" dentro de sí mismos para hacer resplandecer lo que se halla, como un tesoro, escondido:

[49]​ En el islam, la muerte mística es descrita con el término fanâ (فناء) cuyo significado es ‘disolución’ o ‘aniquilación del yo’ o ‘renuncia de sí mismo’ y al que sigue baqa (la subsistencia en Dios).

Y del mismo modo este fuego es una alegoría de la Divinidad pues como señala el poeta Yalal ad Din Rumi (1207-1273 d. C.): «Dios es el que incendia al hombre y lo aniquila».

1070-1150 d. C.) en su obra Hadiqat al haqiqa (el jardín amurallado de la verdad) expresa la abolición del propio yo de modo diáfano en su masnavi: Desde la perspectiva sufí, esta lucha o esfuerzo espiritual (yihad) por la purificación o limpieza interior de los defectos inherentes o yihad al-nafs (la lucha espiritual contra el propio ego), es la genuina "guerra santa" pues conduce a la santificación y por ello es considerada en los círculos sufíes como "la gran lucha" (Yihad al-Akbar o Yihad mayor).

Así Rumi en su Masnavi ye Manavi: Farid al Din Attar (siglo XII-XIII), en su obra Ilahi Nama (o ‘libro divino’) refiere: Entre los místicos sufíes es frecuente considerar al alma como un espejo que debe quedar limpio de mancha alguna para poder reflejar con completa pureza lo Divino.

Arjuna y Kkrishna en la batalla de Kuruksetra del Bhagavad-guita : simbólica alegoría del combate interior en el asceta místico.
La muerte mística , puente espiritual común en las diversas tradiciones religiosas que conduce a la vivencial experiencia de la unidad trascendente.
El budismo considera el deseo y apego pasional como la causa del sufrimiento en el ser humano.
La enseñanza de Jesucristo de «negarse a sí mismo» es la base de la muerte mística , en la ascesis del cristianismo.
Para Francisco de Asís, la muerte mística, el «vencerse a sí mismo», es la mayor gracia del Espíritu Santo.
El recuerdo continuo de Dios (o dhikr ) es el fundamento de la muerte mística (o fanâ ) en el islamismo.