Mozo de cordel
Estos, los mozos oficiales, llegaron a manifestarse ante el gobierno civil contra la competencia de los soguillas, exigiendo a la autoridad el cumplimiento del reglamento, "eliminando el intrusismo".Salió entonces en defensa de los “ilegales” el escritor Ramón Gómez de la Serna argumentando que «No se puede cerrar el único camino que le queda al hambriento desesperado».Pero continuaron apareciendo competidores, como la Continental Express, empresa de mensajería creada en 1890 y muy útil, casi indispensable, no sólo para los empresarios -cuando aún no se había introducido el teléfono-, sino también para los amores, más o menos secretos.[7] En 1921 todavía era un trabajo rentable aunque físicamente exigente,[nota 1] pero el final de aquel oficio milenario estaba cada año más cerca.Pocos años después, el único mozo que sobreviviría fue el mozo de estación, circunscrito al espacio delimitado por el ferrocarril, con la exclusiva misión de llevar los bultos desde el tren al taxi o la puerta de la estación por una pequeña propina.