Ayudaba habitualmente al compañero o al persona, en el cuidado del retazo –porción menor del rebaño cuando se divide, constituido por unas 500 ovejas–.
Ayudaba al pastor veterano en todo lo que este le mandaba, en general las tareas que exigían menos destreza: ir por agua, soltar o recoger las ovejas, coger leña para el fuego… Servía, además, de recadero, desplazándose en burro hasta el pueblo o hasta la ropería en busca de pan y de otros artículos necesarios.
Se le contrataba solo para el verano y se le pagaba poco más de "lo comido por lo servido".
Un niño que recorría caminos y montañas, con frecuencia grandes distancias, habitualmente solo o acompañado por un burro, que insistentemente no le obedecía.
Tenía que solicitar ayuda de unos y otros, no pocas veces con lágrimas en los ojos.