El monasterio quedó afiliado a la Abadía de Claraval (Francia).
Pasó por sucesivos cambios durante el siglo XVII, sobre todo en la portada renacentista.
Recorren la fachada principal, a los lados, dos pilastras salientes, rematadas con pináculos que descansan sobre capiteles.
En el paño central se abre la portada, que está coronada por una escultura y un escudo flanqueados por dos grandes ventanales.
En la nave central todavía permanece el coro de los monjes, hecho en talla dorada, y en la sacristía se pueden contemplar valiosos azulejos historiados.