El resto del monasterio ha sufrido infinidad de modificaciones y ampliaciones más o menos afortunadas.
Las nervaduras de la bóveda se apoyan en columnillas que parten del suelo.
Los dos ábsides laterales son cuadrados y aventanados, teniendo también bóveda de crucería.
Casi toda la nave está ocupada por un coro cerrado con tres arcos, el central bien conservado y los laterales realizados en restauraciones modernas.
La joya del monasterio es el claustro de arcos tímidamente apuntados sobre esbeltas columnas pareadas y capiteles finamente trabajados con motivos vegetales en tres de las cuatro crujías, albergando a veces cogollos o bolas.
Las galerías norte y sur están constituidas por dieciséis arcadas, mientras que en la del oeste se distribuyen diecinueve.
Destacan las columnas esquineras, más gruesas y únicas, con fustes profusamente decorados y capiteles en filigrana que se salen ya de los cánones más rigurosos del estilo cisterciense.
Abierta a la crujía oriental del claustro, es una estancia cuadrada con una espléndida bóveda de crucería.