El rey reunió para este monasterio una comunidad de monjas pertenecientes a la realeza al frente de la cual puso como abadesa a su hija Elvira Ramírez.
[1] Había otro monasterio llamado San Pelayo[a] y fue allí donde se trasladó la nueva comunidad.
Durante todo este tiempo la comunidad llegó a adquirir un buen patrimonio gracias a las donaciones de reyes y obispos, además de las dotes que iban aportando las novicias.
Las monjas pidieron ese cambio alegando temas de carácter económico, religioso e incluso de salud pues decían que al ser la zona pantanosa llegaba a ocasionar enfermedades.
Ellas son parte del recorrido de los Cuatro Conventos junto con las Clarisas Descalzas, Agustinas Recoletas y Concepcionistas.