[1] Antealtares fue originariamente monasterio de monjes bajo la advocación de San Pedro.
Hacia mediados del siglo XII, a lo que parece, acabó por relevar a San Pedro como titular Pelayo, el niño mártir gallego.
Su comunidad formó parte esencial, desde la Alta Edad Media, del núcleo devocional y cultural del “Locus Santi Jacobi” fundado por Alfonso II de Asturias, el casto en el primer cuarto del siglo IX.
Su labor se centró en el cuidado del Altar del Apóstol, el servicio litúrgico y la atención de los primeros peregrinos.
Quinientos años después de tal acontecimiento las Seguidoras del Santo de Núrsia continúan en Antealtares como única presencia monástica, pero en continuidad, de aquellas otras de la Orden que tuvo la ciudad de Santiago desde sus mismos orígenes a principios del siglo IX.