Le ofrecían el puesto del obispo Torcuato, que había muerto hacía poco.
Dependía del obispo de Aviñón, dependencia confirmada en 1155 por el papa Adriano IV.
Los últimos años el lugar se encontraba prácticamente abandonado, amenazaba ruina y las tierras habían sido vendidas a los habitantes de Saint-Rémy.
En aquella fecha el lugar fue ocupado por una comunidad de franciscanos que malvivían en el antiguo monasterio.
Para ayudarse económicamente, estos aceptaron cuidar de enfermos mentales, lo que les permitió mantenerse.
La parte más interesante del complejo monástico está formado por la iglesia, el claustro y el campanario.
El campanario es de planta cuadrada y presenta exteriormente decoración con lesenas lombardas.