Los yacimientos de minería oceánica se suelen hacer en torno a grandes áreas de nódulos polimetálicos o fuentes hidrotermales activas o extintas a unos 1.400-3.700 metros bajo la superficie oceánica.
[1] Las fuentes hidrotermales crean depósitos de sulfuros que contienen metales preciosos como plata, oro, cobre, manganeso, cobalto y zinc.
[2][3] Los depósitos son extraídos utilizando bombas hidráulicas o sistemas de cubeta que llevan el mineral a la superficie para ser procesado.
[4] El libro afirmaba que se podrían encontrar suministros casi ilimitados de cobalto, níquel y otros metales en los océanos del planeta.
Esta sobre estimación, mezclada con un descenso en los precios del metal, llevó prácticamente a abandonar la minería de nódulos en 1982.
[11][12] Las profundidades marinas contienen diversos recursos disponibles para su extracción, incluyendo plata, oro, cobre, manganeso, cobalto y zinc.
Estos materiales en bruto se encuentran en varios formatos en el fondo marino, normalmente en mayor concentración que en minas terrestres.
Una vez hallado el emplazamiento, se instala una estación o barco para extraer mineral del área.
Otra tubería desde el barco hasta el fondo devuelve el relave al área del yacimiento.
[4] Como la minería marina es un campo relativamente nuevo, las consecuencias de las operaciones mineras a gran escala todavía son desconocidas.
Las partículas flotantes aumentan la turbidez, o nubosidad, del agua, obstruyendo el filtro alimenticio de los organismos benthicos.