Ambos se consideraban agnósticos y anticlericales, habían tenido un gran bagaje cultural[2] y se relacionaban con otras familias de la alta cultura florentina: sus hijos vivieron una infancia envuelta en un clima extremadamente intenso desde un punto de vista intelectual.
[2] La infancia de Milani, que se había caracterizado por un personalidad risueña e inteligente, convergió hacia un periodo no tan agradable como sus primeros años.
Sus estudios en la escuela secundaria Liceo Clásico Berchet estuvieron marcados por un bajo rendimiento escolar, trifulcas con sus compañeros de clase y los profundos desacuerdos con su padre respecto a su futuro.
[3] Con este proyecto en mente, se presenta en el estudio del pintor alemán Hans-Joachim Staude en Florencia, quién será una figura clave no solo para el crecimiento artístico de Lorenzo, sino también para futura conversión al cristianismo.
Esta última tuvo un papel importante en suscitar en Milani un interés por el arte sagrado y la liturgia.
[5] Además, su habilidad para los idiomas llegó a ser notable: hablaba inglés, francés, alemán, español, latín y hebreo.
Lorenzo me mostró los retratos que le hizo»,[7] en palabras memoriales de su amigo Saverio Tutino.
[9] Su vida sentimental, sin embargo, no se limitó a su relación de amistad con Tiziana.
Su voz se hizo oír fuera de Italia como ciudadano, maestro y cura.
Su lápida está formada por una cruz y una piedra con una inscripción que reza: «Prior de Barbiana desde 1954».
[18] A su madre, que le reprochó el hecho de no haber aspirado a prelado de una comunidad eclesiástica, le dejó escrito la siguiente máxima:«La felicità non dipende dalla ristrettezza del posto dove vivi».
En 1997, treinta años después de su muerte, la RAI estrenó la miniserie Lorenzo Milani, Il priore di Barbiana, protagonizada por Sergio Castellito.