De familia humilde, su padre falleció cuando era niño y su madre viuda debió encargarse sola del hogar.
[1] Empezó estudiando humanidades y filosofía en el Colegio de Santo Tomás.
[3] Desde 1821 fue protomédico general en ejercicio, así como vocal de la junta conservadora del fluido vacuno o vacuna antivariólica, de la que fue entusiasta defensor.
[5] Entre 1827 y 1831, como representante del Protomedicato, debió enfrentar el caso de Dorotea Salguero, una curandera que ejercía informalmente la medicina en Lima, tanto a domicilio, como desde su propia casa, donde había instalado una especie de hospital, en la que ella misma hacía el papel de médico, boticaria y cirujana.
Tafur la denunció ante la justicia, pero Salguero arguyó en su defensa las garantías individuales existentes en la Constitución, así como la efectividad de sus curaciones a base de yerbas, distintas a la que usaba la medicina oficial, enfocándose sobre todo en enfermos deshauciados; por todo ello, Salguero no consideraba su actividad como una competencia hacia los médicos, sino que cubría un vacío.
En ella mencionó también que el colegio de San Fernando había servido de asilo a los patriotas perseguidos por las autoridades virreinales, ayudándoles en su salida del país por vía marítima.