Se presume que su migración hacia el sur, hasta el noroeste del subcontinente indio, tuvo lugar a fines de la Edad del Bronce, contemporánea a la fase final de la cultura Jarappa (entre el 1700 y el 1300 a. C.).
[4] Se han hecho intentos de complementar la evidencia lingüística con los datos arqueológicos.
141), un caso similar sucede en Europa Central, donde la evidencia arqueológica muestra un desarrollo lineal continuo, sin marcadas influencias externas.
Como resume Cavalli-Sforza: «La arqueología puede verificar la existencia de una migración solo en casos excepcionales».
[11] y puede que no sea posible identificar un lenguaje dentro de una cultura material, pero los restos arqueológicos pueden reflejar el cambio cultural y social,[12] que puede corresponder a los cambios en la población: Según Erdosy, los movimientos poblacionales dentro de Asia Central se deberían colocar dentro de un marco procesional, y se deberían sustituir los conceptos más simplistas como «difusión», «migraciones» e «invasiones».
Según Shaffer y Lichtenstein, Jim Shaffer escribe: «Los datos arqueológicos actuales no apoyan la existencia de una invasión indoaria o europea en el Sur de Asia en ningún momento durante los períodos prehistóricos o protohistóricos.
[16] Según Kenoyer: También Häusler (citado en Bryant (2001, p. 141) opina que la evidencia arqueológica en Europa central muestra un desarrollo lineal continuo, sin ninguna influencia externa marcada.
Bryant (2001, p. 236) conceden que «por lo menos se pueden trazar varias culturas arqueológicas que se aproximaron al subcontinente indio [desde el oeste y el norte hacia el este], incluso aunque parezcan discontinuas.
Erdosy (1995) declaró que «existen algunas pruebas en el registro arqueológico de migraciones a pequeña escala desde Asia Central hacia el Sur de Asia a fines del III milenio y comienzos del II milenio a. C. Frecuentemente las migraciones indoiranias se asocian con la cultura de Andrónovo, el Complejo arqueológico Bactria-Margiana y la cultura yaz.