Los especímenes fundadores deben presentar buena salud, pudiendo provenir tanto del ámbito silvestre como de planteles multiplicados en cautividad, en este caso, deben ser poblaciones con una adecuada gestión demográfica, genética y que expresen comportamientos naturales.
También se diferencia de la reintroducción, ya que el taxón gestionado no es calificado como nativo del sitio al cual será conducido.
[9] Sin embargo, hay un amplio campo intermedio, desde las liberaciones que solo se separan de la distribución nativa por algunos cientos de metros o pocos kilómetros, como ocurre con las islas o las barreras biológicas representadas por ríos, hasta las inserciones en ambientes similares pero separados por largas distancias con hábitats hostiles.
[1][13] Son varias las causas que obligan a optar por una introducción benigna y, por lo tanto, desestimar el reforzamiento o reintroducción en el área nativa.
Su biota no presenta buenas adaptaciones antipredatorias contra mamíferos carnívoros, por lo que la incorporación antrópica de perros, gatos y zorros implicó que muchísimas especies otrora abundantes y ampliamente diseminadas pasen a estar en alto riesgo de extinción.