Memorias de un solterón
Pertenece a una nueva etapa que los críticos diferencian de sus novelas más claramente naturalistas.En su madurez, la autora idea un plan metanovelístico similar al que Balzac, Zola o Galdós llevaron a la práctica.Y también por eso, junto a esta protagonista, Feíta, Pardo Bazán crea otros personajes que, sin salir de los moldes tradicionales, pierden su honra, según expresión de la época, mientras que Feíta se mantiene intachable.[4] Al inicio de la novela, parece que la autora hace una crítica abierta a la institución burguesa del matrimonio.Pero, precisamente por estas consideraciones, la nueva mujer que Feíta representa se convierte en su esposa ideal, pues ella nunca ha perseguido el matrimonio como fin último de su vida.Sin embargo, resulta notable que, pese a su escasa repercusión entre el público español, tanto esta como Doña Milagros fuesen rápidamente traducidas al francés, inglés, alemán e italiano, tal vez por la mejor aceptación que estos países tenían de los postulados feministas.