Cuando trabajaba en Francia y los Estados Unidos, su apellido apareció a menudo como Ophuls (acaso para romanizarlo).Se nacionalizó francés en 1938 y rodó en Francia hasta su exilio americano; pudo regresar a Francia al final de su vida; aunque también, dado su prestigio, rodó en Italia unos meses La signora di tutti (1934), donde descubrió a Isa Miranda en un oscuro drama de celos, con grandes pasiones y excelente fotografía, e hizo otra en Holanda, en 1936.[8] Además, hizo otras dispares, como la trágica y bella Suprema decisión (Sans lendemain, 1939); literalmente, Sin mañana, sobre la vida desgraciada de una mujer, Évelyne, y las mentiras amorosas que se ve obligada a contar al reeencontrarse con su antigua pasión, que la impulsan a desaparecer.La familia vivió gracias a la ayuda solidaria de una organización benéfica judía internacional (The United Jewish War Relief) en la que participaron los directores William Wyler, Fritz Lang, Billy Wilder y Robert Siodmak (fiel amigo que lo apoyó siempre), entre otros.En ese años acabó la redacción de sus Recuerdos, que luego serían completados por su mujer y anotados por su hijo.Afortunadamente, fue rescatado en América por un admirador de sus trabajos, el director Preston Sturges, lo que agradece en sus memorias.En efecto, su primer trabajo en Hollywood fue con este último como protagonista, El desterrado / La conquista del reino (The Exile, 1947), basada en una novela de Cosmo Hamilton.Pese a no sentirse cómodo en Hollywood, llegaron después tres filmes muy selectos, originales y sorprendentes: Carta de una desconocida (Letter from an Unknown Woman, 1948), basada en la novela corta Briefe einer Unbekannten de Stefan Zweig, que alcanzó un gran éxito; Almas desnudas (The Reckless Moment, 1949) y luego Atrapados / Codicia (Caught, 1949).Aquí Ophüls «sumerge a sus protagonistas en un clima lúgubre, en el que la desesperación lo cubre todo: donjuanismo, amistad y felicidad conyugal».Tras ser incinerado en Hamburgo, reposa, según su deseo, en París, en el cementerio de Père-Lachaise.Max Ophüls fue un director elegíaco, refinado y culto, muy obsesionado por integrar todos los aspectos formales del medio cinematográfico.Las mujeres sobresalen en todas sus películas, siempre tratadas con una fina y profunda sensibilidad, a causa de su gran experiencia teatral.Recurre a símbolos, frecuenta los espejos, las escaleras, los duelos, los nobles valores antiguos ya en decadencia.[16] François Truffaut, en sus elogios finales,[17] decía que Ophüls «era para nosotros el mejor cineasta francés con Jean Renoir.
Isa Miranda
en
La signora di tutti
, dirigida por Ophüls en 1934.