La localidad se sitúa en un terreno llano que fertilizan los ríos Adaja y Eresma.
Durante su mandato se llevaron a cabo importantes obras para esta ciudad.
Entre esos asentamientos se encuentra Nivaria que será la futura ciudad de Matapozuelos.
[6] Según describe Madoz en su diccionario,[7] a mediados del siglo XIX el pueblo contaba con doscientas sesenta y seis casas.
Las construcciones más sobresalientes eran la casa Consistorial, el pósito o granero, un hospital para enfermos pobres, cuatro posadas, escuela para niños, escuela para niñas, iglesia parroquial de Santa María Magdalena y una ermita que había sido un humilladero, llamada del Santo Cristo.
Gracias a los testamentos y sus codicilos, a las mandas y a los censos se puede tener idea de hasta qué punto fue importante el cultivo de la vid, aprovechando para ello unos terrenos más bien pobres que al decir de la tradición eran precisamente los apropiados para recibir las cepas que ofrecerían los vinos más finos.
[13] Para cuidar las uvas cuando estaban ya crecidas y evitar los robos se establecía una «guardería».
A principios del siglo XX vino a tomar protagonismo la Fábrica de Harinas que fue un gran empuje para la economía y un importante sustituto de los antiguo molinos mencionados por Madoz.
Se trazó con planta de salón y tres naves separadas por columnas toscanas.
Por las características que presenta se le puede situar como edificio del siglo XVII.
En el siglo XIX sirvió como capilla del cementerio hasta que se construyó uno nuevo al sur de la población.
Tenía sus dependencias correspondientes con arreglo a todo lo necesario: pajar, pósito, lagar, bodega.
Constaba de dos plantas; abajo estaba la cocina, refectorio y una sala para visitas.
Llegó a ser alcalde de la capital (Valladolid) durante los tres últimos años se su vida.
Se le considera la persona más relevante de entre todas las relacionadas con Matapozuelos.
Otro personaje a tener en cuenta, nacido en este lugar, es el general Modesto Navarro García (1854-1913).
La primera instalación eléctrica que tuvo Matapozuelos fue un regalo de este personaje.
Dos de estas casas blasonadas están en la calle Valentín Arévalo Ayllón.
Su campo es partido y la partición a su diestra es horizontal y está dividida en cuatro partes con las siguientes armas: un águila; un león rampante; un árbol arrancado que tiene a sus costados dos perros o lobos empinados.
En el número 4 el escudo es cuartelado y su campo presenta una estrella de seis puntas; un castillo; dos calderos en palo; tres estrellas y una media luna con las puntas hacia abajo.
La orla es una cadena y abajo del todo hay dos peces sobre ondas de agua.
[22] En la calle del Torrejón número 24 hay una vivienda que conserva en su fachada dos escudos, uno encima de otro.