Masacre de Kafr Qasim

[4]​ El tribunal israelí determinó que la orden de matar civiles era “descaradamente ilegal”.

Contenía siete pueblos cercanos a la frontera, no lejos de Tel Aviv, donde vivían aproximadamente 40.000 ciudadanos árabe-israelíes.

Pregunté: según lo dicho, entiendo que los miembros de la guerilla deben ser abatidos pero ¿qué pasa con los civiles árabes?

Y puede que vuelvan al pueblo al anochecer desde el valle, los asentamientos o los campos, y que no sepan nada del toque de queda en el pueblo.

Se disparará a cualquiera que salga de su casa; no habrá arrestos."

Un superviviente, Jamal Farij, recuerda haber llegado a la entrada del pueblo en un camión con 28 personas:"Hablamos con ellos.

[12]​ Sin embargo, Ofer no manifestó nunca remordimiento o arrepentimiento por sus acciones.

Además, de todos los pelotones estacionados en Kafr Qasim, sólo el dirigido por Dahan abrió fuego.

Sin embargo, a una serie de periodistas y a los parlamentarios comunistas Tawfik Toubi y Meir Vilner les llevó dos meses conseguir que el gobierno retirase la censura sobre los hechos impuesta por David Ben-Gurión.

El tribunal puso un enorme énfasis en la responsabilidad fundamental de Shadmi, aunque este no se encontraba entre los acusados.

Ni uno solo de los agentes cumplió sus condenas,[4]​ y Shadmi celebró su exoneración en una fiesta privada con el primer ministro David Ben Gurion, el jefe de Estado Mayor Haim Laskov y otros generales del ejército israelí.

Cientos de hombres, mujeres y niños han sido salvajemente asesinados a sangre fría".

La carta hacía referencia tanto a la masacre de Kfar Qasim como a las de Jan Yunis y Rafah, sucedidas apenas unos días después, en las que 275 y 110 civiles palestinos, respectivamente, fueron asesinados por las tropas del ejército israelí.

Las palabras del juez Benjamin Halevy, ampliamente citadas todavía hoy, fueronː El incidente fue responsable en parte de los cambios graduales que tuvieron lugar con respecto a la política de Israel hacia sus ciudadanos árabes.

[4]​ El entonces ministro de transporte, Moshe Carmel, se mostró preocupado por la posibilidad de que se investigase a los altos cargos del ejército: "Un comandante no actúa, en última instancia, por su propia voluntad, sino en un entramado de planes, órdenes y líneas maestras, creadas en algún otro lugar, inventados para él por una alta autoridad jerárquica.

[4]​ En 1986, la viuda de Malinki declaró a la revista israelí Ha'ir que Ben Gurion había dicho a su marido: "Te estoy pidiendo un sacrificio humano por el bien del Estado, de igual manera que suceden muertes por sacrificio cuando la gente cae en la guerra.

[4]​ Aproximadamente un tercio de las audiencias del tribunal se celebraron en secreto, y la transcripción nunca ha sido publicada.

Aun así, Rosenthal no encontró ninguna evidencia que los asesinatos fuesen parte del plan o estuviesen de alguna manera premeditados.

La ceremonia se diseñó como una "sulha", referencia explícita a la costumbre de un clan beduino local para solucionar conflictos.

"Un acontecimiento terrible tuvo lugar aquí en el pasado y lo sentimos mucho", dijo.

El fundador del Movimiento Islámico en Israel, el jeque Abdullah Nimr Darwish, también habló en la ceremonia y llamó a los líderes de ambos lados a tender puentes entre israelíes y palestinos.

Por este motivo, la inscripción del primer monumento describe la masacre simplemente como una “dolorosa tragedia”, sin mencionar quienes fueron los responsables de ella.

[19]​ Las expresiones conmemorativas posteriores han sido mucho más explícitas sobre este aspecto.

Monumento conmemorativo en Kafr Qasim