El carácter pueblerino de Martín le hará pasar más de una mala jugada en Santiago y contrastará fuertemente frente al ambiente discriminativo en que se desenvuelve, pero su amigo, Rafael, le ayuda a salvar esas situaciones.
Muy cercana a la familia está la familia Elías, compuesta por el severo, interesado y calculador Don Fidel, la romántica doña Francisca (hermana de Don Dámaso) y la dulce prima Matilde, quienes los visitan regularmente.
La extraordinaria hermosura, posición social e inteligente personalidad de la agraciada muchacha y por sobre todo, su pobreza, le hace medir el inconmensurable abismo entre ambos.
Acongojado, Rivas decide mantener a toda trance oculto sus sentimientos ya que no posee ninguna esperanza de ser correspondido debido a su condición socioeconómica, aunque se las arregla para mantenerse siempre cerca de ella.
La aparente firmeza con que Martín se resiste a caer en sus redes es un desafío para su vanidad de mujer.
Tanto Rafael como Matilde no se habían olvidado el uno el otro; pero no habían hallado la forma de poder reconciliarse y reencontrarse, hasta que gracias a la intervención de Leonor con Martín oficiando este de intermediario ante San Luis y Leonor con Matilde, logran finalmente reencontrarse y reanudar sus proyectos matrimoniales.
Rafael San Luis y Martín son invitados frecuentes de las tertulias que se organizan en la casa de los Molina, a los que se suma el afrancesado Agustín, quien intenta seducir a Adelaida.
Leonor, al ver que no puede vencer la dignidad ni puede ejercer sumisión sobre Martín, empieza a fijarse sin querer en su escurridizo enamorado, descubriendo que por sobre su relativa pobreza, Martín cobija en su ser las bondades de un verdadero hombre, de alma noble y generosa, lo que la lleva -casi por descuido- a abrir una nueva puerta en su corazón a un poderoso mundo de sentimientos y sensaciones nunca antes sentido por ella, después de muchas peripecias y luchas con su orgullo propio.
Nada puede hacer Martín al respecto y Matilde, aconsejada por Leonor, desprecia para siempre a San Luis.
Al ser encarado, Martín confirma en cierto modo su participación en el hecho sin dejarle opción a mayores aclaraciones y no solo recibe el profundo desprecio de Leonor cuando intenta justificarse ante ella quien se comporta con altanería y sarcasmo ya que ella cree que esta acción confirma que Martín está enamorado de Edelmira; si no que se le obliga tácitamente a abandonar el seno de la familia que lo acogió muy a pesar de Don Dámaso quien ve perder a su brazo derecho.
Rafael San Luis es herido de muerte en una balacera con el regimiento Chacabuco.
Es recibido personalmente por Leonor quien lo lleva a una de las habitaciones, mientras en las calles, Amador y Castaños le buscan por todos lados.
Leonor al ver a Martín en peligro de muerte le asiste y derriba definitivamente el poco orgullo que otrora la caracterizaba al enfrentar la intensa mirada de Martín.
Al verse enfrentados, Martín y Leonor se confiesan definitivamente el mutuo amor que desde hace tiempo guardaban.
Martín ve realizarse en esos momentos difíciles su sueño: el corazón de Leonor -aquella otrora mujer orgullosa y soberbia, cuya belleza y riqueza era la deseada por los más encumbrados de la sociedad- le pertenece solo a él.
Martín es detenido como opositor al gobierno y llevado a una cárcel donde espera condena.
Mientras tanto, Don Dámaso le comunica a todos su matrimonio de Martín con Leonor.
[2] En 1954 una adaptación de Santiago del Campo se presentó en el teatro, dirigida por Germán Becker y protagonizada por Lautaro Murúa.
En ella actúan Alejandro Cohen (Martín Rivas), Sonia Viveros (Leonor), Patricio Achurra (Rafael San Luis), Claudia Di Girolamo (Matilde) y un gran elenco.
El personaje principal lo desarrolla el actor chileno Diego Muñoz (Martín Rivas), y un gran elenco: María Gracia Omegna (Leonor Encina), Pablo Cerda (Rafael San Luis), Ignacia Baeza (Matilde Elías), Álvaro Gómez (Clemente Valencia).